Desordenes alimenticios y el el sueño
http://diarioadn.co/vida/salud/por-qu%C3%A9-las-personas-obesas-vuelven-a-ganar-el-peso-perdido-1.29903
http://diarioadn.co/vida/salud/comer-m%C3%A1s-temprano-ayudar%C3%ADa-a-perder-peso-1.44572
http://diarioadn.co/vida/salud/consecuencias-en-la-salud-del-trasnocho-y-de-comer-a-horas-irregulares-1.47951
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Cuanto más se mantenga el exceso de peso más 'irreversible' se torna
Así lo demostró un estudio hecho con ratones. Detectó que obesidad debe combatirse en la infancia.
Un novedoso modelo con animales, elaborado por científicos argentinos, mostró que cuanto más tiempo los ratones de laboratorio sigan teniendo exceso de peso, más "irreversible" se torna la obesidad, según un artículo que publicó este miércoles la revista ‘Journal of Clinical Investigation’.
Una investigación conjunta de la Universidad de Michigan y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina arrojó luz sobre
uno de los misterios más frustrantes de la pérdida de peso: por qué, inevitablemente, vuelve a ganarse el peso.
La autora principal del estudio fue Viviana F. Bumaschny, investigadora asistente en el Conicet.
Con el paso del tiempo la condición obesa estática de los ratones reajusta el punto de peso "normal" del cuerpo, que queda permanentemente elevado a pesar de las dietas que inicialmente contribuyeron a perder gramos, señalan los autores.
El modelo ha demostrado que la obesidad es, en parte, un trastorno que se autoperpetúa y los resultados enfatizan la importancia de una intervención temprana, en la infancia, para prevenir esa condición, cuyos efectos pueden durar toda la vida.
La obesidad afecta a más de 500 millones de adultos y 43 millones de niños menores de cinco años de edad en todo el mundo, y las enfermedades relacionadas con la obesidad son las causas principales de muertes que podrían prevenirse.
Los individuos que tienen exceso de peso corren un riesgo mucho más alto de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Uno de los puntos fuertes principales de esta investigación fue un nuevo modelo con ratones programados para la obesidad que permitió observar el éxito de la pérdida de peso en diferentes etapas y edades con la activación de un conmutador genético que controla el hambre.
La activación del control inmediatamente después del destete impidió que los ratones comieran en exceso y se tornaran obesos. Igualmente, los ratones que mantuvieron un peso saludable como adultos jóvenes solo mediante una dieta estricta fueron capaces de mantener un peso normal sin la dieta después de activado el conmutador.
Sin embargo, los ratones sobrealimentados crónicamente con el comienzo más temprano de obesidad jamás retornaron completamente al peso normal después del cambio en el conmutador, a pesar de una notable reducción en la ingesta de comida y un incremento en la actividad física.
Las nuevas conclusiones pueden generar preguntas acerca de la tasa de éxito a largo plazo de la restricción severa de calorías y los ejercicios extenuantes usados más adelante en la vida para perder peso.
Un estudio realizado en España apunta a que comer temprano podría ayudar a perder peso.
Una investigación conjunta de la Universidad de Michigan y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina arrojó luz sobre
uno de los misterios más frustrantes de la pérdida de peso: por qué, inevitablemente, vuelve a ganarse el peso.
La autora principal del estudio fue Viviana F. Bumaschny, investigadora asistente en el Conicet.
Con el paso del tiempo la condición obesa estática de los ratones reajusta el punto de peso "normal" del cuerpo, que queda permanentemente elevado a pesar de las dietas que inicialmente contribuyeron a perder gramos, señalan los autores.
El modelo ha demostrado que la obesidad es, en parte, un trastorno que se autoperpetúa y los resultados enfatizan la importancia de una intervención temprana, en la infancia, para prevenir esa condición, cuyos efectos pueden durar toda la vida.
La obesidad afecta a más de 500 millones de adultos y 43 millones de niños menores de cinco años de edad en todo el mundo, y las enfermedades relacionadas con la obesidad son las causas principales de muertes que podrían prevenirse.
Los individuos que tienen exceso de peso corren un riesgo mucho más alto de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Uno de los puntos fuertes principales de esta investigación fue un nuevo modelo con ratones programados para la obesidad que permitió observar el éxito de la pérdida de peso en diferentes etapas y edades con la activación de un conmutador genético que controla el hambre.
La activación del control inmediatamente después del destete impidió que los ratones comieran en exceso y se tornaran obesos. Igualmente, los ratones que mantuvieron un peso saludable como adultos jóvenes solo mediante una dieta estricta fueron capaces de mantener un peso normal sin la dieta después de activado el conmutador.
Sin embargo, los ratones sobrealimentados crónicamente con el comienzo más temprano de obesidad jamás retornaron completamente al peso normal después del cambio en el conmutador, a pesar de una notable reducción en la ingesta de comida y un incremento en la actividad física.
Las nuevas conclusiones pueden generar preguntas acerca de la tasa de éxito a largo plazo de la restricción severa de calorías y los ejercicios extenuantes usados más adelante en la vida para perder peso.
Ciencia respalda adagio de 'desayunar como rey y cenar como mendigo'
El estudio, que analizó a 420 personas que acudían a clínicas de nutrición en el sureste de España, fue publicado en ‘International Journal of Obesity’.
Luego de 20 semanas de análisis, en las que todos los participantes siguieron una dieta mediterránea, comían una cantidad similar de comida y quemaban un numero parecido de calorías, se logró establecer que los que almorzaban más temprano perdían más kilos que los que lo hacían después.
Los investigadores lograron detectar que, aunque la alimentación de todos era similar, los que almorzaban antes de las 3:00 p.m. perdieron, en promedio, 10 kilos (un 11 % de su peso al inicio del programa), mientras que los que lo hacían después de esa hora lograron reducir 7, 7 kilos, es decir, el 9 % de su peso inicial.
Esto significaría que entre más temprano se consuma la comida abundante del día, menos grasa se almacenaría, tal como lo indica el adagio popular de “desayuna como rey, almuerza como príncipe y come como mendigo”.
No obstante, esta es la primera vez que un estudio científico respalda dicha creencia, tal como lo señaló el investigador principal Frank Scheer, profesor asistente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston.
"Se trata del primer estudio a gran escala y a largo plazo en mostrar que es un factor importante para que las personas con sobrepeso y obesidad tengan éxito al perder peso", afirmó.
Aunque aún se desconoce por qué un almuerzo tardío podría relacionarse con una pérdida de peso más lenta, una posibilidad es que al menos algunos de los que comen el almuerzo tarde esperan demasiado tiempo entre comidas, lo que podría tener efectos sobre el metabolismo.
Lo cierto es que este estudio muestra una "conexión potencial entre esperar demasiado entre comidas y el aumento de peso", señaló Connie Diekman, directora de nutrición universitaria de la Universidad de Washington, en St. Louis, quien no participó en la investigación.
Pero quizá lo más importante de este hallazgo es que empieza a evidenciar que el horario de las comidas parece afectar el peso, según comentó Scheer.
Este descubrimiento concuerda, además, con investigaciones que se han hecho en animales y que demuestran que horarios inusuales para las comidas parecen afectar los ritmos circadianos del organismo, que influyen sobre una variedad de funciones, entre ellas el ciclo del sueño y la vigilia y el metabolismo.
En el cerebro hay un 'reloj maestro' que coordina esos ritmos, pero también hay 'relojes periféricos' en los tejidos y células de todo el cuerpo, explicó Scheer.
En los animales, unos horarios inusuales para las comidas parecen afectar algunos de esos relojes periféricos y desconectarlos del reloj maestro. En teoría, esa "desconexión" de los relojes podría afectar el control del peso.
Una limitante del estudio también es que se realizó en España, donde el almuerzo es la comida principal del día. De modo que no está claro si los hallazgos se podrían aplicar a un país como Estados Unidos, donde la comida principal es la cena.
Luego de 20 semanas de análisis, en las que todos los participantes siguieron una dieta mediterránea, comían una cantidad similar de comida y quemaban un numero parecido de calorías, se logró establecer que los que almorzaban más temprano perdían más kilos que los que lo hacían después.
Los investigadores lograron detectar que, aunque la alimentación de todos era similar, los que almorzaban antes de las 3:00 p.m. perdieron, en promedio, 10 kilos (un 11 % de su peso al inicio del programa), mientras que los que lo hacían después de esa hora lograron reducir 7, 7 kilos, es decir, el 9 % de su peso inicial.
Esto significaría que entre más temprano se consuma la comida abundante del día, menos grasa se almacenaría, tal como lo indica el adagio popular de “desayuna como rey, almuerza como príncipe y come como mendigo”.
No obstante, esta es la primera vez que un estudio científico respalda dicha creencia, tal como lo señaló el investigador principal Frank Scheer, profesor asistente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston.
"Se trata del primer estudio a gran escala y a largo plazo en mostrar que es un factor importante para que las personas con sobrepeso y obesidad tengan éxito al perder peso", afirmó.
Aunque aún se desconoce por qué un almuerzo tardío podría relacionarse con una pérdida de peso más lenta, una posibilidad es que al menos algunos de los que comen el almuerzo tarde esperan demasiado tiempo entre comidas, lo que podría tener efectos sobre el metabolismo.
Lo cierto es que este estudio muestra una "conexión potencial entre esperar demasiado entre comidas y el aumento de peso", señaló Connie Diekman, directora de nutrición universitaria de la Universidad de Washington, en St. Louis, quien no participó en la investigación.
Pero quizá lo más importante de este hallazgo es que empieza a evidenciar que el horario de las comidas parece afectar el peso, según comentó Scheer.
Este descubrimiento concuerda, además, con investigaciones que se han hecho en animales y que demuestran que horarios inusuales para las comidas parecen afectar los ritmos circadianos del organismo, que influyen sobre una variedad de funciones, entre ellas el ciclo del sueño y la vigilia y el metabolismo.
En el cerebro hay un 'reloj maestro' que coordina esos ritmos, pero también hay 'relojes periféricos' en los tejidos y células de todo el cuerpo, explicó Scheer.
En los animales, unos horarios inusuales para las comidas parecen afectar algunos de esos relojes periféricos y desconectarlos del reloj maestro. En teoría, esa "desconexión" de los relojes podría afectar el control del peso.
Aún hay mucho por investigar.
Aunque este estudio empieza a abrir un camino importante respecto a la teoría de que que para bajar de peso no solo importa la cantidad de comida sino a qué hora se consume, Scheer señaló que hacen falta más investigaciones para estar completamente seguros de esta relación.Una limitante del estudio también es que se realizó en España, donde el almuerzo es la comida principal del día. De modo que no está claro si los hallazgos se podrían aplicar a un país como Estados Unidos, donde la comida principal es la cena.
El trabajo nocturno o las comidas a horas irregulares dañan la salud
A esta conclusión llegó un artículo que publicó este jueves la revista ‘Current Biology’.
Los investigadores, encabezados por Shu-qun Shi, del Departamento de Ciencias Biológicas en la Universidad Vanderbilt (Tennessee), encontraron que la acción de la insulina sube y baja de acuerdo a un ritmo circadiano de veinticuatro horas.
"Muchos procesos fisiológicos exhiben ritmos de día y noche, incluido el comportamiento de alimentación, el metabolismo de lípidos y carbohidratos y el sueño", señala el artículo.
Estas oscilaciones diarias las controla el llamado 'reloj circadiano' biológico. El trastorno de la sincronía en el ritmo circadiano, que es una de las características del trabajo en turnos nocturnos o de trasnoche, el desajuste que ocurre cuando se viaja en avión largas distancias y los trastornos en las horas de sueño "pueden tener efectos profundos sobre la regulación del peso corporal y la homeóstasis de glucosa y lípidos", añade el estudio.
Los experimentos hechos con ratones en laboratorio han mostrado que cuando los animales no pueden mantener las horas por una razón u otra su ciclo circadiano queda atascado en una modalidad resistente a la insulina y propensa a la obesidad.
"Estábamos acostumbrados a creer que algunas cosas son tan importantes que deben ser constantes", comentó Carl Johnson, del Departamento de Fisiología y Biofísica en la universidad y uno de los participantes en el estudio.
"Pero ahora sabemos que estos puntos claves del metabolismo cambian en función de la hora del día", agregó.
Los ratones normales se tornan resistentes a la insulina durante el día cuando, al igual que la mayoría de los animales noctámbulos, en general están durmiendo.
Los investigadores interfirieron con esa regularidad ya sea por un defecto genético o la exposición constante a la luz, que causaron que los ratones perdieran la noción de las horas.
Tiene sentido que las respuestas a la insulina varíen en el curso de un día, aún si esa no es la forma en que los científicos o los médicos lo han entendido por mucho tiempo.
"Desde Claude Bernard, en el siglo XIX, el concepto de homeóstasis como mantenimiento de un ambiente interno constante ha estado profundamente arraigado en nuestra idea de cómo funcionan los organismos", escribieron los investigadores.
Pero es un concepto equivocado por la sencilla razón de que el ambiente del animal sigue su propio ritmo diario, apuntó Johnson.
La evolución favorece a los organismos que tengan una respuesta óptima al ambiente, y esta es rítmica.
Por ello la acción de la insulina y el metabolismo de azúcar en la sangre están vinculados a la hora del día y a los mecanismos internos que llevan cuenta de esas horas.
Esto representa un problema para los humanos que viven en un ambiente en el cual manipulan desde la luz disponible hasta las horas de suministro de comida abundante.
"Las dietas mediterráneas, en las cuales la comida principal del día se toma al mediodía, probablemente sean las más sanas", dijo Jonson, quien añadió que, además, quizá sea mejor una cena liviana y que se eviten los bocadillos tras esa cena.
Los investigadores, encabezados por Shu-qun Shi, del Departamento de Ciencias Biológicas en la Universidad Vanderbilt (Tennessee), encontraron que la acción de la insulina sube y baja de acuerdo a un ritmo circadiano de veinticuatro horas.
"Muchos procesos fisiológicos exhiben ritmos de día y noche, incluido el comportamiento de alimentación, el metabolismo de lípidos y carbohidratos y el sueño", señala el artículo.
Estas oscilaciones diarias las controla el llamado 'reloj circadiano' biológico. El trastorno de la sincronía en el ritmo circadiano, que es una de las características del trabajo en turnos nocturnos o de trasnoche, el desajuste que ocurre cuando se viaja en avión largas distancias y los trastornos en las horas de sueño "pueden tener efectos profundos sobre la regulación del peso corporal y la homeóstasis de glucosa y lípidos", añade el estudio.
Los experimentos hechos con ratones en laboratorio han mostrado que cuando los animales no pueden mantener las horas por una razón u otra su ciclo circadiano queda atascado en una modalidad resistente a la insulina y propensa a la obesidad.
"Estábamos acostumbrados a creer que algunas cosas son tan importantes que deben ser constantes", comentó Carl Johnson, del Departamento de Fisiología y Biofísica en la universidad y uno de los participantes en el estudio.
"Pero ahora sabemos que estos puntos claves del metabolismo cambian en función de la hora del día", agregó.
Los ratones normales se tornan resistentes a la insulina durante el día cuando, al igual que la mayoría de los animales noctámbulos, en general están durmiendo.
Los investigadores interfirieron con esa regularidad ya sea por un defecto genético o la exposición constante a la luz, que causaron que los ratones perdieran la noción de las horas.
Tiene sentido que las respuestas a la insulina varíen en el curso de un día, aún si esa no es la forma en que los científicos o los médicos lo han entendido por mucho tiempo.
"Desde Claude Bernard, en el siglo XIX, el concepto de homeóstasis como mantenimiento de un ambiente interno constante ha estado profundamente arraigado en nuestra idea de cómo funcionan los organismos", escribieron los investigadores.
Pero es un concepto equivocado por la sencilla razón de que el ambiente del animal sigue su propio ritmo diario, apuntó Johnson.
La evolución favorece a los organismos que tengan una respuesta óptima al ambiente, y esta es rítmica.
Por ello la acción de la insulina y el metabolismo de azúcar en la sangre están vinculados a la hora del día y a los mecanismos internos que llevan cuenta de esas horas.
Esto representa un problema para los humanos que viven en un ambiente en el cual manipulan desde la luz disponible hasta las horas de suministro de comida abundante.
"Las dietas mediterráneas, en las cuales la comida principal del día se toma al mediodía, probablemente sean las más sanas", dijo Jonson, quien añadió que, además, quizá sea mejor una cena liviana y que se eviten los bocadillos tras esa cena.